– COLUMNA –
Verónica Cabezas
Académica Facultad de Educación
Pontificia Universidad Católica de Chile
Cofundadora Enseña Chile y Elige Educar
El poder promover nuevas estrategias desde los docentes para que estos puedan colaborar en el desarrollo de habilidades en nuestros estudiantes es de primera relevancia. El sistema educacional chileno actualmente no logra desarrollar transversalmente en los estudiantes las habilidades necesarias para desempeñarse de manera exitosa en el mundo laboral y poder responder a los desafíos del mañana. En parte este fenómeno se debe a que las denominadas habilidades del siglo XXI, como el pensamiento crítico y la resolución de problemas, no están incluidas transversalmente en los programas de formación inicial ni continua del profesor.
Estas demandas han motivado estudios acerca de metodologías innovadoras de desarrollo docente y entender cómo aprenden los profesores y cuáles son las actividades de desarrollo profesional más efectivas. De hecho, últimamente han tomado mucha más relevancia actividades como el aprendizaje entre pares, la colaboración y preparación conjunta de clases, y docentes discutiendo cómo enseñar un tema en particular en matemáticas o ciencias, a diferencia de las capacitaciones presenciales que han disminuido su prevalencia en distintos países del mundo.
La evidencia es clara en mostrar que el trabajo colaborativo se relaciona con una serie de beneficios para las escuelas, los docentes y sus estudiantes, ya que amplía el repertorio de prácticas pedagógicas,
mejora la capacidad de respuesta a las necesidades de los estudiantes (Cramer et al., 2010), eleva la autoestima y el sentido de autoeficacia docente (OECD, 2014), mejora la satisfacción laboral (Cabezas et al., 2017), así como los resultados académicos de los estudiantes (Cordingley, Bell y Rundell, 2003).
Frente a esta realidad, surge la necesidad de fomentar instancias de reflexión pedagógica y de trabajo colaborativo en los establecimientos educacionales, que permitan fortalecer las comunidades educativas. Para esto, es necesario que existan ciertos componentes presentes. Como punto de partida, es necesario que exista una visión compartida sobre el proceso y metas de aprendizaje de sus estudiantes. A esto, se suman, el contar con un tiempo planificado para realizar este trabajo, que existan ciertos soportes en el establecimiento (e.j. espacio físico), estímulo y liderazgo del equipo directivo y que los docentes puedan participar en la toma de decisión. La colaboración en comunidades educativas
puede estar presente con diferentes fases de desarrollo. Para alcanzar un nivel de avance de iniciación, tenemos que aspirar a comenzar con pequeñas prácticas, planificadas y que se repitan en el tiempo,
para ir promoviendo entre todos una cultura de reflexión, bajo una visión compartida, y que vaya desarrollándose para llegar a integrarse naturalmente en nuestras comunidades instalando nuevas prácticas.
En este escenario, una iniciativa a destacar nace de la organización Elige Educar, que desarrolló una metodología llamada Ideas Docentes (www.ideasdocentes.cl), que tiene por objetivo generar un espacio de participación y reflexión entre profesores sobre sus prácticas pedagógicas, en base a aquellas estrategias que han demostrado tener un impacto positivo en los aprendizajes de los estudiantes. En la práctica, Ideas Docentes es también un proceso que se apoya por un lienzo de trabajo, materiales y sitio web que permiten la generación de una conversación sobre estrategias que pueden ser impulsadas al interior de las comunidades educativas para promover aprendizajes significativos.
A pesar de iniciativas presentes en nuestros establecimientos, en Chile el trabajo colaborativo, no es una práctica común. Encuestas indican que más de un 50% de los docentes afirma que nunca se ha involucrado en una serie de actividades de colaboración. Este índice incluye actividades como realizar clases en la misma sala, observar clases de pares e involucrarse en actividades conjuntas de aprendizaje sobre colaboración profesional. Estas cifras se condicen con los hallazgos de la encuesta aplicada por
Ávalos y Bascopé (2017) a más de 1000 docentes, que revelan bajos niveles de colaboración, falta de interacción profesional y relaciones individualistas de trabajo. Sumado a esto, en términos de sus preferencias individuales, la mayoría de los encuestados declara mayor preferencia por actividades individuales de desarrollo profesional, por sobre las colaborativas.
Por lo tanto, podemos ver una combinación entre una falta de oportunidades para colaborar en las escuelas y una falta de preferencia por parte de los docentes para involucrarse en ellas. Esta es la realidad que debemos cambiar para innovar en la forma que estamos desarrollando habilidades en nuestros docentes y nuestros estudiantes.